Represento una figura del Jardín del Edén idealizada, en este existen todas las opciones que podemos ser como individuos, sin tener los condicionamientos y prejuicios que la sociedad ya con sus esquemas instaurados nos envuelven. En ese utópico paraíso, no existen los sexos ni las categorías que se han marcado durante toda nuestra historia. La implicación de la inocencia en la niñez con el juego anula ese orden.

La idea de representar con una manzana roja, es por el simple hecho de aludir con el pecado, el objeto censurado y prohibido. Este se presenta en descomposición ya que por ser fruta real, procederá a pudrirse naturalmente otorgando a la obra un desenlace imprevisto, que figurara esperanza de que surja algo nuevo, sin barreras. 

La obra utópica que revelo, es un principio a lo que percibo como progreso, no hay barreras de sentidos que quiten ese imaginar y ese placer de la idea del Edén, saca el sentido frente a mi presente, mostrando un discurso sobre lo real.